EN LA SALA DE HEMODIALISIS

Publicado en por FRANCISCO BALTIERRA

Pudiera haber hablado de otro tema, escribir de política que está de moda; hablar de la crisis económica, de los baches en las calles en las carreteras; pero es preciso hablar de una experiencia que e tenido en la unidad del IMSS en la ciudad de Tepic, Nayarit.

Son aproximadamente las 7:30 de la noche, comienzan a llegar doctores, obreros, personas con una posición económica favorable y otros con una necesidad latente, que a leguas se distingue; es la sala de Hemodiálisis, donde se purifica la sangre a las personas que acuden diario, dos veces por semana o cada tercer día; inclusive, hay personas que cada 3 horas, según se.

 Lo se perfectamente porque me toca vivir esta experiencia, pero gracias a Dios que no es mi problema. Mi madrina Guadalupe, quién crió a mi esposa durante su niñez, tiene ese mal. Cada tercer día debemos estar en Tepic, ya que viajamos desde Ixtlán del Río, hay que llegar antes de las 8 de la noche, el proceso dura tres horas y si se complica, a veces hasta mucho más, en ocasiones hemos llegado a las 5 de la mañana.

Es triste pero a la vez alentador, ya que observas las ganas de vivir de los seres humanos, es desgastante pero a la vez fortalece, por la razón de que la familia se une para apoyar en cualquier momento; bueno, hay algunos casos que me han platicado en donde los familiares más allegados no apoyan ni con una palabra de aliento.

No hablaré sólo de mi madrina, voy a decir, a gritar, a expresar, que un buen número de jóvenes acuden a esta terapia.

Es un lugar frío, lleno de ternura, es un lugar en donde las enfermeras ponen todo de sí, conviven con los pacientes, la risas, el encanto, las personas que van ahí tratan de vivir la vida normalmente, tratan de que un momento de felicidad les merme el recuerdo que tienen, cuando están a la espera de un donador, de una esperanza, de una caridad, pero sobre todo, de un amor familiar.

En esos lugares se derrama el amor por los hijos; las caricias de las madres enfermas para sus hijos son impactantes, han llegado momentos en que las lagrimas las consumen, pero esto pasa cuando ellos se meten a su rutina, a su apoyo para la vida; las madrecitas tratan de que ellos las vean fuertes, optimistas, llenas de energía; pero la realidad hace que se cansen un poco, pero no que desmayen, que tengan sueño, pero no que se duerman.

 Es bonito llegar a esa hora, por lo regular es una zona de niebla, siempre al meter a mi madrina, se encuentran ahí unos jóvenes, unos adolescentes con los que tengo el gusto de convivir, de platicar, de basilar; ellos me expresan en que trabajan, me dan a conocer cuantos miembros de su familia tienen, cuantas personas depende de ellas; pero también alcanzo a ver en sus ojos las ganas de vivir, la desesperación de preguntarse que está pasando.

No es fácil, algunos tienen que venir de municipios aledaños, de localidades lejanas; pero que le podemos hacer, esto debe de ser, es su garantía de tener más vida. Algunos han perecido en el intento, algunos otros, casi todos, se han enfermado gravemente, al grado de quedar internados por varios días; pero no desmayan, es más la fe que se tienen así mismos, es más el apoyo de la madre, del padre, de la esposa, del hijo y en de algún desconocido.

 Hay algunos que no los vuelves a ver, sólo cuando llegas y preguntas por ellos, tristemente te confirman que han muerto. Voy a platicar caso por caso, porque todos son importantes para mí, para Dios; hacen reflexionar sobre la vida, sobre la muerte, sobre la unidad, sobre el amor que nos debemos de tener los seres humanos; pero también es una obra de valentía, de orgullo… …continuará…

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